Renacuajo está insorportable. Ya, ya, sé que no se deben decir estas cosas de los niños, que no es positivo ser tan negativo, que hay que reforzar sus proezas y sus logros en vez de centrarte en lo malo....lo sé, hay que ser guía educador, templado y asertivo.....todo lo que queráis, pero Renacuajo está insoportable. Intento ser una madre Montessori en estos casos y que reine la paz y la armonía...en plan cuenta de Instagram mamihappy, pero no me sale y me doy cuenta, claro, de que algo falla en mi maternidad, y me acuerdo de que María Montessori no crió hijos (tuvo uno pero no lo crió ella, es más, creo que nunca lo reconoció). Y me siento un poco menos mal, pero solo un poco....
En fin, después de esta disertación sin muchos pies ni cabeza (la pobre María hizo cosas estupendas con los niños y revolucionó la educación, pero es cierto que no pasó el día a día de educar a hijos suyos propios, con todo el agotamiento y responsabilidad que ello conlleva), os paso a explicar la etapa tan complicada que estamos pasando ahora con Renacuajo:
Parece que Renacuajo hubiera llegado a la preadolescencia un poquito antes de tiempo; se enfada con mucha frecuencia, llora por todo, patalea, pega e insulta (sí, a nosotros también), te reta constantemente, desobedeciendo órdenes directas mientras se ríe en tu cara.... En fin, una etapa muy complicada que no sabemos bien cómo afrontar ni qué lectura hacer de ella. Me planteo muy seriamente si nosotros somos los culpables, en parte o totalmente, de esta conducta y si lo estamos gestionando bien para reconducir esta etapa y que se quede en eso, en una etapa, y no se cronifique en su carácter. Así que por un lado, hacemos balance, analizamos, vemos posibles errores, posibles enfoques y posibles mejoras, y al final, después de 3 años sin dormir, sin tiempo para nosotros, con el trabajo, enfermedades varias, fisica y psicológicamente al límite y con un niño que te reta por novena vez en 10 minutos, pegas un grito que se oye en Cancún (ay, qué ganas, Cancún, playazaaaa...que me despisto!) y toda la metodología y el proyecto educativo a la porra. Y te sientes mal, fatal. Y el niño se siente igual de mal. Y no mejoramos. Y no sirve para nada. Ni siquiera para descargar tensión. Y la gente te mira y te juzga. Y a ti te importa un pimiento pero te paras a pensar y a juzgarte tú también. Pero por otro lado, me canso de darle siempre la vuelta a la tortilla para evitar el problema, de ser la madre hada creativa que lo termina convenciendo con purpurina y polvos mágicos. Creo firmemente en que el conflicto padres-hijos es necesario y que hay veces en que NO ES NO (que se lo digan a Pedro Sánchez!! :p) y que no importa llegar a esa confrontación para que el niño vea dónde están los límites, pero eso no puede pasar 15 veces al día. Es agotador y no nos sirve a ninguno, ni a los padres ni a los niños.
Todos los libros dicen que hay que establecer pocos límites pero muy claros. Pero claro, el problema es que para mí, lo más importante es que el niño atienda y obedezca cuando se le habla (lo de que atienda es una lucha, él vive en su mundo y le cuesta mucho concentrarse). Que su respuesta ante "Renacuajo, haz esto", no sea "No quiero, tonta". No pido un "Sí, mamá, por supuesto, ahora mismo"; me conformo con un "Mamá, pues a mí no me apetece hacerlo porque ....". No quiero evitar la rebeldía, quiero encaminarla. Y eso no pasa 2 veces al mes, eso es difícil evitarlo, desde mi punto de vista. Y genera mucha tensión. Y es muy difícil no darle ciertas órdenes. no es bueno prodigarse demasiado y pasarse el día en modo comandante general, pero no creo en los niños monos que se crían en libertad y a su libre albedrío. No sé, quizás ese es mi problema. Ya os digo que hoy en día, no tengo nada claro respecto a educación. Me siento una madre horrorosa que ha dejado que la situación se le vaya de las manos y que no sabe cómo reconducirla.
Y después de esto os diré que estoy muy cansada. Que tengo a los dos niños malos día sí día también. Que tengo un montón de trabajo. Que mi paciencia y mi ánimo están por los suelos. Que mi relación de pareja se resume en "yo hoy me encargo de los niños de 4 a 7 y tú de 7 a 10, vale?". Que sé que no es todo tan malo como lo pinto. Que Renacuajo es el niño más simpático, activo, inteligente, atrevido, sociable y cabezota que he visto en kilómetros a la redonda y que lo quiero con locura. Que me hace reír a carcajadas y derretirme con sus ocurrencias. Pero que tiene una cara B que últimamente está apareciendo con demasiada frecuencia y que no nos veo en condiciones de afrontar a no ser que me vaya con Mr. Sapo 2 semanas a un resort de lujo con masajistas incorporados. Y eso no va a pasar, así que a ver si viene la canguro una noche y nos vamos 2 horitas a tomarnos un vino, a reflexionar, y a coger el toro por los cuernos, porque ahora mismo, no tenemos ni la más ligera idea de cómo torearlo :(
Algún consejo por ahí que nos pueda ayudar? ¿Creéis que somos responsables de este comportamiento? ¿Cómo afrontáis vosotros cosas así? ¿Son tan rebeldes vuestros hijos? ¿Qué hacéis cuando perdéis el control?