miércoles, 15 de noviembre de 2017

Primera escapada sin niños

Este fin de semana hemos hecho la primera escapada sin niños desde que somos padres. La excusa fue un viaje de negocios de Mr. Sapo que se convirtió en un fin de semana largo de escapada internacional. Mis padres se ofrecieron muy amablemente a quedarse con Renacuajo y Ranita en nuestra casa, para que fuera más fácil para nosotros, aunque a ellos les tocara desplazarse. Así que de viernes a lunes, hemos hecho girar las manecillas del reloj y programado la máquina del tiempo para volver a hace unos 4-5 años, a cuando éramos Willy Fogg y Romy, viajeros por pasión y elección sin más responsabilidades ni cargas familiares.

La ida fue agridulce. Teníamos muchas ganas de hacer este viaje, pero por otro lado, un nudo en el estómago nos empezaba a ahogar, ¿teníamos de verdad necesidad de hacerlo? ¿Y si nos pasaba algo, a los dos juntos, y nuestros niños se quedaban sin padre ni madre? ¿Y si era demasiado para los abuelos? En el último momento, casi me planteé no ir, pero ya estaba todo pagado y reservado y tenía que vencer mis miedos. Además, como pareja, nos hacía mucha falta. Ya son más de 4 años desde que dejamos de ser 2 (desde el embarazo de Renacuajo) y poco a poco, vas poniendo tu relación de pareja detrás de otras cosas más importantes, hasta que está tan escondida, tan oculta, tan cargada de responsabilidades que casi ni existe. Y me da miedo tener un accidente, correr riesgos, abusar de los abuelos, pero también me da miedo divorciarme, así que teníamos que hacerlo.
Paseos otoñales


El viernes y sábado fueron geniales, conseguimos desconectar y reconectar, optamos por todos los planes que son más difíciles con niños (visitas guiadas a monumentos, museos, visitas con audioguía, teatros...). Y he de reconocer que fue un lujazo. Sin horarios de comidas adaptados a nadie más que nuestras propias necesidades, sin límites de horas ni distancias, recordando que había momentos en nuestras vidas en los que nosotros mismos éramos lo único que importaba. Disfrutamos enormemente, el tiempo acompañó durante casi todo el tiempo y los niños y los abuelos parecían estar disfrutando tanto o más que nosotros...hasta que llegó el whatsapp amenazador: "Sí, están bien, pero Renacuajo tiene muchos mocos y tos"....Catástrofe. Ya sabemos qué significa eso en Renacuajo. Tenía todas las papeletas para caer en bronquitis otra vez. El viernes cuando nos fuimos no tenía ni un moco y el domingo, bronquitis gorda otra vez. 

Así que pasamos todo el domingo pegados al móvil, tratando de darles indicaciones a los abuelos sobre cómo actuar, qué medicinas ir dándole, qué dosis, averiguando por teléfono si iba respondiendo o no a qué cosas, haciendo videoconferencias para intentar averiguar exactamente cómo actuar, sobre todo, con el fin último de evitar ir a Urgencias. Mis padres son de los matrimonios estándar de hace una generación en la que los hombres ponen buena voluntad con los hijos o nietos pero poco más, así que todas las opciones me parecían malas en caso de ingreso en el hospital, porque claro, ya no tenemos solo a Renacuajo, la pobre de Ranita aún necesita mucha atención. Y sufría por ellos, porque sabía lo que asusta ver a un niño asfixiarse, darle la medicación cada vez más frecuentemente y ver que no funciona. Pero funcionó. Con nuestras indicaciones a distancia, Renacuajo fue reponiéndose poco a poco. La saturación de oxígeno pasó de alarmante a aceptablemente baja. Si hubiéramos estado en casa, habríamos ido sin duda al hospital, por lo que me iban contando, no fue leve, pero me alegro mucho de habérselo evitado a ellos. 

Cuando volvimos el lunes, Renacuajo estaba ya mucho mejor, y nos recibió cariñosísimo! Los abuelos campeones actuaron estupendamente y aguantaron el chaparrón con la mayor de sus sonrisas. Qué suerte tenemos de tenerlos! Eso sí, fue llegar nosotros y pusieron pies en polvorosa para volverse a su casa, agotados física y emocionalmente, pero creo que también muy orgullosos y satisfechos de habernos hecho este gran favor. 

Así que resumiendo, como experiencia ha sido fabulosa. Creo que ha sido una inyección de energía, de romanticismo y también de realidad. Tenemos hijos porque nos da la gana, los queremos más que a nuestra vida y nos encanta ser padres, así que creo que queda muuuucho tiempo antes de que repitamos escapada sin niños. Primero, porque nos hemos dado cuenta de que nos encantaba nuestra vida anterior, pero que no la cambiamos por la actual, y segundo, porque dudo que los abuelos se vuelvan a ofrecer pronto!!!

Y vosotros, ¿os habéis ido de escapada sin niños? ¿Consideráis importante tener tiempo a solas con vuestras parejas? ¿Tenéis ayuda y apoyo familiar para dejar a los niños?

lunes, 6 de noviembre de 2017

Nuestro destete respetuoso

Como sabéis, más de 14 meses después, nuestra lactancia encontró su mayor bache de su historia: una mastitis con fiebrón y malestar que me tuvo una semana con antibiótico y me hizo plantearme las cosas mucho. Después de darle muchas vueltas al asunto, me di cuenta de que había llegado el momento en el que ya no disfrutaba de dale el pecho a mi hija. No porque me molestara o doliera, no porque sus tomas fueran muy frecuentes, no, simplemente, porque tenía que pasar página. Necesitaba dejar atrás una etapa que no va a volver, dejar que mi hija crezca sin pararla, dejar de ser solo mamá supeditada a ella, dejar que ambas volemos un poco por separado, que estiremos nuestras alas y salgamos del marsupio protector (aunque la imagen de un pajarito en una tripa de canguro ha quedado un poco rara!! jajaja). Entiendo perfectamente a las madres e hijos que prolongan esta etapa, modificando las condiciones, hasta que ambos están preparados, mientras se disfrute, fantástico, pero en nuestro caso, yo me di cuenta de que estaba preparada, y por lo que me demostró Ranita después, ella estaba aún más preparada que yo.

Nuestra lactancia ya había tomado un cariz pre-destete, si se puede llamar así, desde hace tiempo. Sus tomas eran espaciadas y caóticas: lo mismo un día pedía 2 veces que luego estaba 2 días sin pedir. Además, si pedía y en vez de darle teta, le ofrecías un biberón, aceptaba sin rechistar. A partir de la mastitis, la forcé un poquito más a tomar para liberarme yo, para que me vaciara y me descargara el pecho, y la verdad es que noté alivio sin duda. Pero fue ir mejorándome y dejé de insistir, porque ya no me hacía falta y porque tomé la determinación de ir reduciendo tomas hasta poder dejarlo, de la mejor manera posible para las dos. Mi idea, mi plan de destete, era ir espaciando las tomas poco a poco, una vez dejando un día entre medio, a la semana siguiente, dos, y así hasta que lo dejara del todo, en el tiempo que necesitáramos ambas. Pero en estas cosas, no suele ser una la que decide. Ranita me pidió 2 días consecutivos la semana pasada, nunca se lo he negado, estaba saliendo de la mastitis y me pareció un poquito vuelta atrás, por eso de no haber dejado ningún día entre medio, pero no se lo negué. Era domingo por la mañana, en la cama, recién despertadas ambas. Han pasado 8 días desde aquello. Nada. No ha vuelto a pedir. No. Ni una vez. No he tenido que distraerla, ni negarle nada, ni mi organización ha valido para absolutamente nada. 

Ofrecerle teta en una etapa de destete me ha parecido un contrasentido. Quiero dejarlo. Ofrecerle teta en estos momentos sin tener necesidad me parece una tontería. No me molesta ni me he notado el pecho congestionado ni nada de eso. Negárselo me parece poco respetuoso para ella, era algo a lo que no quería llegar y me alegro de que no haya llegado. En algún momento, ha tenido las circunstancias perfectas para pedir, la postura, la hora... y me ha tocado el escote, me ha mirado, ha sonreído, y ha seguido jugando. No me quiere menos, no me necesita menos. Simplemente sabe que ya se ha acabado. Sin traumas para ninguna. Siguiendo sus necesidades, adaptándose a las mías. Creo que mi niña me quiere tanto que ha sabido que mami ya quería parar. Me habría gustado tener una última vez, consciente, para disfrutarla, para recordarla siempre, quizás incluso para fotografiarla, pero 8 días después, empiezo a asumir que eso no va a pasar, y no pasa nada. La quiero igual, o más. Sigo siendo madre, sigue dependiendo de mí muchísimo, se ha roto un vínculo físico que ha dado paso a otro menos tangible pero igual de fuerte. Voy a dejar unas semanas de transición, por si aún necesita alguna toma de despedida, y empezaré a retomar mi vida pre-lactancia. Empezaré con anticonceptivos normales para regular mi anovulación y mis descontroles hormonales, preguntaré por tratamientos de depilación láser, tomaré medicinas cuando las necesite y dejaré a mi niña, a mis niños, por primera vez en mi vida para irme de viaje con mi marido. Me iré con el corazón encogido, con preocupación y liberación a partes desiguales, pero es algo que necesitábamos hacer ambos, es más, creo que lo necesitábamos los 4. Ya os contaré qué tal. 

#treeoflife (4 meses)
Recuerdos maravillosos de una lactancia perfecta
¿Cuándo destetasteis vosotras a vuestros hijos? ¿Fue por iniciativa vuestra o suya? ¿Cómo lo hicisteis?